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19 de marzo de 2017

«La historia no es aburrida si te la cuentan bien»


El egiptólogo y escritor leonés Nacho Ares publica en mayo ‘La hija del sol’, una historia sobre Akhenatón. Filandó n pone pasión en la historia. su admiración por howard carter le llevó a abrazar la egiptología, sobre la que ha escrito varias novelas.

En mayo verá la luz ‘La hija del sol’, que transcurre hace 3.500 años con akhenatón y nefertiti como protagonistas «Sólo se ha descubierto un 20% del Egipto faraónico. En un país cubierto de arena, queda mucho por salir».

¿Qué cuenta en ‘La hija del sol’?

Es una historia en torno a Akhenatón, Amenofis IV, el faraón hereje, en una de las épocas más convulsas de Egipto, el siglo XIV a de C., cuando abandona la religión del todopoderoso clero de los dioses de Amón para imponer su propio credo. Además, deja la capital, Tebas, que se traslada a una nueva ciudad situada en el Egipto Medio, de diseño nuevo. Es una revolución que duró 17 años. Una época difícil, con una plaga de peste que tal vez fue la que acabó con la vida del faraón.

¿Cuándo llega a las librerías? ¿Va a presentar el libro en León?

El 18 de mayo. Sí estamos pensando presentarla en León.

¿Eran las reinas egipcias tan poderosas como los faraones?

Sí. Una de las coprotagonistas de la novela es la reina Nefertiti, que como esposa de Akhenatón continúa la tradición del reinado de Amenofis III donde ya la reina madre ejercía un poder importante. Aún siendo una sociedad muy machista, no deja de ser una rara avis en el mundo de la antigüedad, porque la mujer en Egipto podía tener propiedades, divorciarse o vivir sola. Algunas reinas tuvieron un papel muy importante, como Nefertiti, que desempeñaba en primera persona gran parte de los rituales del culto a Atón, algo bastante extraño porque siempre ese tipo de ceremonias recaían en el faraón o en los sacerdotes.

¿Por qué el mundo egipcio causa tanta fascinación en España?

Somos herederos de aquel mundo faraónico. Hemos crecido a la sombra de aquel mundo clásico, de Grecia y de Roma, que bebieron de las fuentes de Oriente Próximo y, sobre todo, de Egipto. Su arte y su cultura estuvieron muy influenciados por Egipto. Yo creo que ese hilo conductor se sigue manteniendo. De alguna manera nos vemos reflejados en el mundo egipcio, aunque hayan pasado 2.000 años del declive de los faraones.

Siempre hay equipos españoles excavando en Egipto...

Sí, desde hace veinte años hay varios equipos. El más longevo lleva tres décadas, lo dirige Mari Carmen Pérez Díez en Heracleópolis Magna. José Manuel Galán, investigador del CSIC, lleva el proyecto Djehuty en Luxor; y Miriam Seco, de la Universidad de Sevilla, que tiene una excavación magnífica en el templo de Tutmosis III. Hace más de tres décadas parecería un sueño, sin embargo también hay muchos egiptólogos españoles trabajando en misiones de otros países.

¿Algún leonés entre ellos?

No me consta que haya leoneses.

¿Cómo se reconstruye para una novela el Egipto de hace más de 3.500 años?

Como hice en las dos novelas anteriores, en La tumba perdida y en El sueño de los faraones, me nutro de documentos históricos, de investigaciones arqueológicas, de viajar y visitar los lugares para recrear luego los espacios que describo... y también tiene su parte de literaria, porque hay muchas lagunas en torno a Akhenatón. Es poco lo que se sabe. Al haber sido un faraón herético, en el momento en el que desaparece del trono los faraones que vienen después persiguieron su memoria y borraron cualquier huella relacionada con él. Por ello, dejo volar la imaginación dentro de los parámetros de la lógica. Pero es la propia historia la que marca el destino de este libro sobre una época perdida.

¿Akhenatón es su faraón favorito?

No, pero es un personaje muy atractivo desde el punto de vista de la historia, precisamente por esas lagunas. Es un personaje muy misterioso e idealizado. Se ha llegado a decir que era el primer monoteísta de la historia. Algunos investigadores han dicho incluso que el Moisés de la Biblia era Akhenatón y otras muchas excentricidades. No tengo un faraón especial; quizá Tutankamón —que se le considera su hijo— porque me inicié en la egiptología con él. Pero hay otros personajes de la historia de Egipto que son fascinantes.

¿Qué es lo que más le fascina de la civilización egipcia?

La estética y, sobre todo, la interpretación de esa estética. No son obras de arte per se, sino que tienen un significado. Las pirámides no son arte por el arte, ese es un concepto griego. Los egipcios hacían objetos hermosos porque querían comunicar algo. Era el medio con el que transmitían un mensaje y, a veces, ese mensaje viene codificado, lo que le da ese halo de misterio. A mí la escritura jeroglífica me cautivó y me sigue fascinando en la actualidad.

¿Qué opina del cierre del Museo Bíblico y Oriental de León?

Me parece muy triste, porque era una oportunidad de hacer un buen trabajo en León. Yo daba conferencias cada dos meses y siempre estaban llenas. A mí nadie me ha llamado para decir que ya no doy clase. Me parece un detalle muy feo por parte de la dirección del Instituto.

¿Qué papel tiene Nefertiti, esposa de Akhenatón, en la novela?

Es una de las coprotagonistas de la novela. Tiene un papel importante.

¿Qué le gustaría encontrar en Egipto?

Nunca he participado en misiones arqueológicas, prefiero ver los descubrimientos y compartirlos. Como me encantan los enigmas históricos, me gustaría cubrir ese vacío en la época de Akhenatón. Tampoco se sabe dónde está la tumba de Nefertiti, uno de los grandes iconos de la arqueología, aunque se sigue escaneando la tumba de Tutankamón en su busca.

¿Es de los que cree que Howard Carter sabía perfectamente dónde estaba la tumba de Tutankamón y que el descubrimiento fue un montaje?

Tanto como montaje... Él sabía dónde había una tumba, pero no creo que sospechara que aquello fuera tan importante, que estuviera intacta y que hubiera miles de piezas dentro. Sólo pudo escribir tres libros. La máscara de Tutankamón, por ejemplo, no tiene una publicación científica.

¿Quedan muchas tumbas por descubrir en Egipto?

Bastantes. Se calcula que sólo se ha descubierto un 20% de lo que había. También hay ciudades, santuarios, templos o fortificaciones... En un país cubierto por la arena, queda mucho por salir.

Cleopatra, Akhenatón, Tutmosis III, Nefertiti... ¿son faraones sobrevalorados?

Sobre todo, Cleopatra, porque en realidad ella no tiene nada que ver con el mundo faraónico. A partir de Alejandro Magno, en el siglo IV, eso ya pertenece más al mundo helenístico. Los ptolomeos son más del mundo griego que faraónico.

Aparte del mundo egipcio, ¿qué otras épocas y personajes históricos le interesan?

Me gusta el siglo XVI español. La Princesa de Éboli es muy interesante. Era la mujer de Gómez de Silva, secretario de Felipe II. Había pocas publicaciones sobre ella, aunque es un personaje relativamente conocido. Su estética tan atractiva, con el parche en el ojo derecho, la convirtieron en un personaje superficial, de corta y pega, del que todos se hacían eco de leyendas urbanas, que si había sido la amante del rey, que si perdió el ojo en un combate con florete... Pero si te adentras en su vida, no tiene nada que ver con ese legado que se le ha achacado.

¿Algún día sabremos en realidad cómo se construyeron las pirámides?

Hay infinidad de teorías al respecto. Yo creo que no lo sabremos. Y es algo apasionante, por eso mismo. Cuando lo sepamos todo de Egipto, perderá su atractivo.

¿Existe alguna conexión entre las pirámides de Egipto y, por ejemplo, las mayas?

No, en absoluto. Hay casi 3.000 años de diferencia. Las egipcias son lugares de enterramiento, mientas que las mayas son santuarios de rituales. En la antigüedad, para hacer un monumento en altura, la forma lógica es una pirámide. Si lo intentas en la playa lo que te sale de forma natural es un montoncito de arena. Es la respuesta a la que llegan muchos arquitectos en la antigüedad.

¿El tráfico ilegal de arte se ha cebado con los objetos egipcios?

Los egipcios se han cebado con sus propios objetos. Ellos han vendido infinidad de piezas. Tenemos el estigma de que los ingleses, holandeses y americanos han saqueado Egipto, pero no creo que sea así. Hay millones de piezas en el mercado legal. Las autoridades tienen que controlarlo.

¿Cuánto hay de ficción y cuánto de historia en la novela?

Mitad y mitad. La historia es la que es. La mayoría de los personajes son reales y tienen respaldo histórico.

¿En León hay misterios tan fascinantes como los egipcios?

El Grial. Por suerte, con las investigaciones de Margarita Torres se ha puesto en valor, aunque haya gente a la que le fastidie, incluso en León. Tener semejante icono de las cristiandad, con documentación detrás, es muy importante, y no sólo para el cristianismo, sino para la historia.

¿Cuál es su lugar favorito de Egipto?

La orilla oeste de Luxor, lo que era la antigua Tebas, con las tumbas de los reyes, las estelas funerarios, los templos de Ramsés II, Amenofis II, Amenofis III... Si caminas por allí te sientes como un explorador del XIX y entrar en una tumba es como adentrarse en el túnel del tiempo. Sin duda, la necrópolis tebana es mi lugar favorito.

¿Por qué la historia no se enseña de forma más divertida?

Hay que preguntárselo a los profesores. Yo no tuve ninguno en el Instituto que fuera divertido. En el programa Ser Historia los oyentes dan las gracias porque por primera vez se sienten atraídos por la historia. La historia no es aburrida si te la cuentan bien.

¿Hicieron los egipcios sacrificios humanos?

No. Hay algunas tumbas de época predinástica, del cuarto milenio antes de Cristo, donde parece que hubo algunos sacrificios, pero no era la tónica general; es más, con el paso del tiempo se abandonó. Los ushebti, las figuritas que colocaban en los enterramientos, se cree que son la sustitución de esos sacrificios humanos.

¿En Egipto ha podido entrar en lugares vetados al público?


Sí, en muchos. Llevo muchos años yendo a Egipto y tengo muchos amigos. He entrado en lugares cerrados al público o que se acababan de descubrir.

Artículo: Verónica Viñas.

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