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30 de julio de 2017

«Solo conocemos una quinta parte de lo que debió de ser el Antiguo Egipto»


El escritor Nacho Ares dedica la mítica Isis, uno de los personajes más interesantes de ese periodo, su nueva novela, 'La hija del sol'.

El escritor y divulgador Nacho Ares (León, 1979) habla con pasión del Antiguo Egipto. A una de las protagonistas más importante de este periodo, la mítica Isis, hija y esposa de Amenofis III, le dedica su nueva novela, 'La hija del sol' (Grijalbo).

-¿Quién era Isis y qué importancia tuvo en la historia de Egipto?

-Isis fue hija del faraón Amenofis III y por tanto, hermana del sucesor Amenofis IV, quien una vez en el poder cambiaría su nombre por el de Akhenatón, posiblemente el padre de Tutankhamón. Realmente nos encontramos ante un personaje muy desconocido. Solamente han llegado hasta nosotros un puñado de menciones y unas pocas más representaciones. Sin embargo, sabemos que estuvo casada con su padre, Amenofis III. Al convertirse en reina, debió de desempeñar un papel muy destacado en la corte. Sin embargo, lo desconocemos absolutamente todo sobre ella. Es la protagonista de mi novela. Ella es precisamente 'La hija del sol'. El desconocimiento que cubre la vida de esta reina la convierte en uno de los personajes más atractivos de este período. Por lo tanto Isis fue testigo uno de los momentos más destacados y controvertidos de la historia faraónica: la época de Amarna, que es la que desarrollo en mi novela. En este período, Egipto da un giro de 180 grados cuando Akhenatón rechaza el tradicional culto de Amón y centra toda su política y religión en la figura del disco solar Atón, algo que contravino de una manera brusca con una tradición milenaria identificada con un poderoso clero que de la noche a la mañana descubre que no tiene nada de poder y que sus recursos económicos se ven mermados hasta prácticamente la nulidad. Isis fue testigo junto a su hermano de estos cambios religiosos pero también políticos e incluso artísticos. En estos años, el arte faraónico se transforma de una manera extraordinaria ofreciendo temáticas y figuras con una estética muy singular cuyo eco ha marcado profundamente la historia del arte.

-Las mujeres han jugado un papel clave en Egipto. Isis, Nefertiti, Cleopatra… ¿Por qué se han convertido en personajes míticos?

La respuesta está en que la escasez de información que tenemos de algunas de ellas. En el caso de Isis, como el de Nefertiti, esposa de Akhenatón, debido a la persecución posterior de este período por parte de las generaciones sucesoras en el Gobierno, apenas hemos encontrado información de los acontecimientos que se dieron en estos años y de sus protagonistas. De Nefertiti, por ejemplo, no sabemos cómo llega a la corte, de quién es hija, cómo alcanza el matrimonio con el futuro faraón o cómo desaparece. Tal y como vino, se fue. Tenemos sospechas de quién pudo ser su padre, su origen, pero son todo especulaciones que no se fundamentan en ningún argumento científico sólido. Por otra parte, de Isis lo desconocemos casi todo, circunstancia que he empleado desde el punto de vista literario para recrear los diecisiete años del reinado de su hermano. Solo sabemos que estuvo casada con su padre Amenofis III, que fue reina, aunque no Gran Esposa Real, el título más alto que ostentaban las reinas y que en este período llevaba Tiyi, la reina madre. Conocemos varias estatuas de finales de la reina de su padre-esposo en el que aparece ella junto a su madre, una a cada lado del faraón, lo que nos indica la importante presencia de esta joven reina en la corte. Fue precisamente Tiyi la que comenzó a desempeñar en estos años un papel casi de corregencia con el monarca, señal inequívoca de la importancia de la mujer como mujer-política en este período. Isis debió de desempeñar un rol muy similar aunque, como decía antes, no hay información de ella. De pronto desaparece como el resto de hermanas. No sabemos qué fue de ella durante el reinado de su hermano. ¿Murió? ¿Cambió de nombre como hicieron muchos otros miembros de la corte o de la administración? Lo desconocemos, pero son solo los mimbres de una gran historia que en la medida de mis posibilidades he querido recrear basándome en todos los datos históricos con que contamos, para poder acercarme lo máximo posible a la realidad.

-El cine, la literatura, el arte en general, encuentran un filón en esta civilización… ¿Por qué atrae tanto Egipto?

-Egipto es la cuna de la civilización moderna. Supera con creces al mundo clásico, Grecia y Roma. Ellos solamente sirvieron de puente para que llegara hasta nosotros todo el conocimiento y el saber de los antiguos egipcios. No me refiero con ello a un saber oculto o misterioso, sino a una tradición milenaria que sustenta los pilares también del cristianismo. Jesús se hacía eco de un supuesto paso por Egipto y en su boca los apóstoles integran en sus sermones frases sapienciales que vienen de la antigua literatura egipcia. Si lo entendemos así, nos daremos cuenta de que la llamada 'egiptomanía' no es algo que llega a Occidente gracias a la huella de los franceses tras la invasión de Egipto por parte de Napoleón, sino que siempre ha estado muy presente en la cultura occidental, aunque en muchos casos desconociéramos su origen. Durante la Edad Media, la figura de la Virgen María tomó muchos elementos de la diosa egipcia Isis, como su iconografía. Estamos muy acostumbrados a ver imágenes de la Virgen con el niño Jesús en brazos y eso es una herencia de las imágenes de Isis con el dios Horus en el regazo. El Egipto faraónico siempre ha estado presente en nuestra forma de entender y de construir el mundo y esa es la razón por la que nos sentimos, sin saberlo, tan atraídos por su cultura 2.000 años casi después de su desaparición.

-Casi semanalmente Egipto sigue dando sorpresas con nuevos descubrimientos. ¿Qué queda por saber de aquel período?

-Se calcula que solamente conocemos una quinta parte de lo que debió de existir. Quizá creemos que las miles de tumbas que han llegado a nosotros son el 'top' de la historia de la arqueología. Pero no me cabe la menor duda de que lo más impresionante está aún por llegar. Conocemos por textos antiguos la existencia de tumbas que aún no han aparecido. Alejandro Magno o el constructor de pirámides Imhotep son solo algunas de las grandes figuras cuyas tumbas aún están pendientes de ser encontradas. Si hablamos de arqueología egipcia podemos imaginar cualquier cosa. La egiptología moderna nace en el año 1822, cuando Jean-François Champollion descifró los jeroglíficos ayudándose de la piedra de Rosetta. Desde entonces han pasado casi dos siglos en los que pudiera parecer que se ha traducido y excavado todo. Sin embargo, es importante no solamente descubrir cosas nuevas, sino reinterpretar a la luz de las nuevas técnicas de trabajo lo que ya se ha hecho en estos dos siglos. Hay lugares muy conocidos que necesitan ser revisados y que el gran público tenga conocimiento de los nuevos datos. Mucha gente sigue creyendo que las pirámides las construyeron esclavos y es un error producto de la arqueología del siglo XIX, tendente a dar credibilidad a los textos bíblicos y de las películas del siglo XX. Aunque el método final de construcción sigue siendo un misterio, sabemos que en la construcción de las pirámides se emplearon trabajadores cualificados que lo dieron todo en defensa de unas ideas que nos pueden parecer hoy muy ingenuas, pero que hace 4.500 años eran la base de un pensamiento. Lo mismo sucede con su finalidad última. Sabemos que fueron tumbas porque los textos así lo demuestran, pero una pirámide no puede interpretarse dejando de lado el complejo que lo rodea. Fueron algo más. Fueron lugares de peregrinación, lugares de observación o culto astronómico, verdaderas ciudades que albergaban viviendas de sacerdotes y de peregrinos… Todas esas nuevas facetas aún están por ser investigadas.

-¿Qué espera de nuevo de la tumba de Tutankhamón? ¿Habrá cámaras secretas como dicen algunos?

-A la espera de confirmar los primeros sondeos, todo parece indicar que hay cámaras ocultas en la KV62, la tumba de Tutankhamón. Esto toca de lleno lo que decía antes. Debemos reinterpretar lo que se ha dicho hasta ahora en los libros. Howard Carter llevó a cabo un trabajo extraordinario de estudio e investigación de la tumba que él mismo descubrió en noviembre de 1922. Sin embargo, no tuvo acceso a los métodos de trabajo de los que hoy disponemos. Las paredes norte y oeste de la cámara funeraria del Faraón Niño parecen mostrar unas anomalías, término realmente ambiguo hay que reconocer, en donde podría haber huecos detrás de la pared. Los estudios que se han hecho hasta ahora parecen demostrarlo así. Ahora bien, lo que tenemos que saber es si esos huecos proceden de habitaciones hechas por el ser humano o se trata de vacíos naturales en la roca. Amigos expertos en el Valle de los Reyes me defienden las dos posibilidades. Unos creen que puede tratarse de agujeros en la roca producidos de forma natural. Otros, por el contrario, son de la opinión de que las anomalías detectadas en primer lugar por Nicholas Reeves hace ahora tres años, demuestran la presencia de habitaciones. Lo que resulta imposible de saber con los datos con que hoy contamos es qué son. ¿Pertenecen a una nueva tumba todavía desconocida? ¿Son habitaciones de la sepultura de Nefertiti, supuesta madre de Tutankhamón, o de Ankhesenamón, su esposa? ¿Son parte de una prolongación de la propia tumba de Tutankhamón? Por ahora, lo desconocemos absolutamente todo. A estos enigmas hay que añadir la precaución que hay que tener a la hora de actuar con un monumento tan emblemático. No se puede actuar a la ligera. Yo he escuchado voces absolutamente desautorizadas invitando a tirar la pared para conocer qué hay detrás. Otros desaforados han indicado que una vez más las autoridades egipcias están ocultando información sobre un supuesto "incómodo y desestabilizador hallazgo". Hay quien no ha dudado en creer que tras las pinturas de la cámara funeraria de Tutankhamón se encuentra un tesoro aún mayor en oro y "piedras preciosas" (en Egipto nunca se han encontrado este tipo de piedras) que las joyas descubiertas por Carter. De haber algo, será sin lugar a dudas un hallazgo increíble, igual o mayor que el que nos han ofrecido el resto de tumbas que han salido a la luz hasta ahora en el Valle de los Reyes.

Artículo: Álvaro Soto.

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